Momentos que inspiran
Me gusta estar en casa. Disfruto de los momentos de intimidad leyendo un buen libro y saboreando un buen café. Miro a mi alrededor y me gusta lo que veo. Objetos que me traen recuerdos y otros que me hacen pensar en mis proyectos. El estilo va conmigo. Lo he conseguido.
Desde la ventana veo el atardecer nacarado. El aire limpio ordena mis ideas. Mis sueños son realizables y me centro en ello. Sé que no es fácil pero eso me gusta. Siempre encuentro una puerta entreabierta cuando hay dificultades… y siempre cruzo esa puerta.
Simple, brillante, genial… Mi vida se ha convertido en una gran performance y cumplo mi papel. Visualizo mi yo en un futuro y voy en busca de él. Desde niña me emocionaba la estética, las cosas bonitas, el color, la textura en la naturaleza. Ahora también busco que las cosas funcionen. Se abre el telón.
Trabajo con personas y me esfuerzo cada día por ser un poco mejor. Las personas me hacen más sensible, más humana, más cercana. Trabajo para proporcionar calidad de vida a mi alrededor y siempre hay miradas de agradecimiento en mi día a día. Uf! Eso me da fuerzas para enfrentarme a los problemas. La dignidad se lleva puesta.
Hay momentos en los que pienso que podría haber hecho más, haber llegado a más… y de repente observo mi entorno y me doy cuenta de que mi vida siempre ha estado en movimiento y lo seguirá estando. He conseguido el equilibrio entre mi espacio vital y yo.
Siempre de viaje, de aeropuerto en aeropuerto. Ahora bajo del taxi y me acerco a mi casa. Una extraña sensación recorre mi estómago. Abro la puerta y un olor característico se desprende de las paredes, de los muebles, de la cocina, de las puertas… Es el olor de mi hogar. Ya estoy en casa.
Soy mi propio destino. No recuerdo bien dónde escuché esa frase, pero me acompaña diariamente y se ha convertido en un dogma. Puedo ver el alma de las cosas, de las cosas que han sido tocadas, vistas, vividas por personas, veo historias detrás de cada puerta, veo momentos de inspiración, me siento viva.